El budismo, más que una religión es una filosofía de vida y como tal, no cuenta precisamente con una ceremonia de boda en el clásico sentido de la palabra, sino más bien, con un rito de bendición de parejas y almas.
Desde la perspectiva budista, nuestra vida debe dedicarse al servicio de los demás y es justamente bajo ésta mirada que se celebra una ceremonia de boda budista, de ésta manera se entiende al matrimonio como un vehículo para practicar el servicio a nuestros semejantes y compañeros.
Según la tradición budista, el casamiento sólo es una relación humana, reconocida por la sociedad a través de la familia y los amigos.
Hoy en día en países occidentalizados, el vestido blanco, el ramo colorido, las campanas de la iglesia y todas esas cosas no son ya imprescindibles, como antes lo fueron. En el Oriente budista nunca ha existido ese tipo de ceremonias matrimoniales. Si acaso, suponiendo que la pareja quisiera resaltar el evento hará una fiesta para sus amigos y familiares y les anunciará que ya viven juntos.
Si un hombre y una mujer viven juntos en relación, están casados, así lo ve un budista. El casamiento consiste en vivir juntos, no en un contrato legal, una convención social ni tan siquiera un anuncio oficial o ceremonia religiosa. Ante todo, el casamiento es la relación misma.
Si se deseara hacer alguna ceremonia de inicio de familia la pareja quizá vaya al templo o al monasterio budista a pedir bendiciones, pero no es propiamente una ceremonia matrimonial. Los monjes pueden bendecir la relación, mas no la crean, sólo la reconocen y dan sus bendiciones esperando que la pareja viva feliz junta, en comunión con el espíritu del Dharma eduquen a sus hijos, también ayudándose mutuamente entre ellos a practicar las enseñanzas del Buda.
Los budistas ponen toda su atención en la calidad de la relación humana que se establece, no en si está certificada de forma legal o religiosa.
Basados en la ceremonia que ofició Lama Thubten Yeshe en diciembre de 1976 ésta es la oración para una boda budista: ” En el día de hoy, prometemos dedicarnos el uno al otro por completo, en cuerpo, palabra y mente. En ésta vida, en cualquier situación, en la abundancia o en la pobreza, en la salud o en la enfermedad, en los momentos difíciles o felices, trabajaremos para ayudarnos el uno al otro de manera perfecta. El propósito de nuestra unión es alcanzar la iluminación, perfeccionando nuestra bondad y compasión hacia todos los seres“.
El monje o monja budista darán una plática al iniciar la ceremonia y al terminar sus reflexiones se dará paso al intercambio de votos. Al igual que otras religiones, en el budismo se profesan votos de manera continua para alcanzar diferentes grados de espiritualidad. En los votos es necesario recalcar la ayuda mutua, el entendimiento, preservar y enriquecer el afecto que se tienen el uno por el otro, la alegria de su unión, la sabiduría, la paciencia y sobre todo el amor no sólo hacia ellos mismos sino hacia la gente y seres que les rodean.