Aguas arriba de la presa Valle Grande nos internamos en el Cañón del Atuel para descubrir sus maravillosas esculturas naturales: Los Jardines Colgantes, Los Monstruos, El Mendigo, Sillón de Rivadavia, Museo de Cera, La Ciudad Encantada, Los Viejos y El Lagarto, por mencionar solo a algunas de ellas.
Los minerales y las piedras del Cañón hipnotizan y maravillan con sus formas. Mientras las combis serpentean por los caracoles, entre los paredones del cañadón, los espejismos de roca aparecen y desaparecen a su paso como caprichosas y escurridizas esculturas. Y dos lagos artificiales (Aisol y Tierras Blancas) contribuyen a realzar la belleza del paisaje.
Siguiendo camino, entre el embalse El Nihuil y Valle Grande, pasando por las centrales hidroeléctricas Nihuil I, II y III, se arriba en un resquicio del Cañón, al Cañadón Negro o de los Toboganes, donde se pueden recorrer unos metros por un pasillo de arena, entre paredes de roca monumentales, para luego trepar algunos escalones y encontrar toboganes naturales, fallas en las enormes paredes y el absoluto silencio como premio final.
Por el largo camino pedregoso del Cañón, escoltados por paredones de hasta 350 metros de altura, arribamos a Valle Grande. En este embalse, así como en los rápidos del Atuel, la opciones de turismo aventura se multiplican con actividades como el rafting, natación, el jet ski, el buceo, el rappel y la tirolesa, o simplemente con la posibilidad de retozar en algunas de las playitas, a la vera del río, o de disfrutar de las distintas formas de hidroterapia que se ofrecen.
El último tramo del camino de regreso a la Ciudad depara nuevos paisajes, donde el cañadón se llena de tonalidades diferentes que hacen de fondo a las cabañas arboladas.