Si de algo estamos seguros, es de que nuestra historia estaba en el corazón de Dios! Ambos de lugares contrarios... Ninguno se conocía y cada cual caminaba, según su historia de vida y experiencia con Jesús. Por esas cosas que Dios prepara, había una sola cosa en común sin que la supiéramos y es que compartíamos un cariño especial a una familia, "Los Baez" (José, Pato, Josu, Maxi y Sofi). José siempre le hablaba a uno del otro y viceversa. Aún así, seguíamos sin conocernos. El primer fin de semana de Marzo del 2014 fue que nos vimos, después de una reunión de la iglesia. José nos presentó. Fue algo bien rápido y espontáneo. A ninguno de los dos nos llamó la atención el otro.
El sábado siguiente había un encuentro que se hacía con los que son más jóvenes de la iglesia, ese día era la primera vez que se había propuesto salir a la calle a hablar de Dios. Lucas estaba nervioso porque no sabía bien como hacerlo, lo único que tenía en claro era que las personas necesitaban escuchar de Dios. Celeste, venía de una ONG que desea que "todas las personas escuchen la voz de Dios". Entonces, Celeste le ofreció a Lucas, todos los recursos que conocía (videos, folletería, etc.). Desde ese día comenzamos a hablar sobre ideas para que las personas tuvieran una relación con Jesús. Eso nos llevó a compartir conversaciones muy lindas sobre como cada uno experimentaba a Dios en su vida.
Y así, sin pensarlo y tampoco buscarlo fue que surgió un interés especial que iba más allá de la atracción física. Las charlas se hacían cada vez más largas y las excusas por querer pasar tiempo juntos surgían semana a semana.
Una merienda, una caminata, un picnic, una mirada, una sonrisa hicieron evidente que una amistad nos quedaba corta.
Lo que marcó una diferencia de lo que veníamos viviendo fue un chocolate en forma de corazón por "la semana de la dulzura". De ahí en más, nunca nos separamos.
En estos 3 años y medio pasamos por diferentes cosas, y a pesar de los momentos díficiles, estamos agradecidos porque es lo que nos ayudó a crecer, madurar, aceptarnos, respertarnos y así entender lo que realmente es AMAR.
Todo esto que nos ocurrió es gracias a Dios, en quien creemos. El fue, es y será nuestra guía.