Los presentes aseguraron que el momento más emotivo de la boda fue cuando los novios dieron el sí. Ella, con un vestido de shantung color tiza (diseñado en San Nicolás por una modista amiga de la familia de Marianela), con cola, manga americana, espalda descubierta y un toque de brillante en el cuello, guantes blancos, maquillaje natural y el pelo recogido adornado por una coronita. Y en su mano derecha, un hermoso ramo de flores naturales -principalmente rosas-, que nunca llegaría a tirar a sus invitados tal como dicta la costumbre, porque se lo guardó de recuerdo. El, Manu, traje negro, chaleco, camisa blanca y corbata oscura.
El altar estaba adornado con flores y gasas, coronado en el centro había una enorme cruz de madera que también trajeron desde San Nicolás, la ciudad donde nació la novia. Ahí fue donde se colocaron las alianzas poco convencionales, que él debió ponerse con dificultad. "No me la voy a poder sacar más. Para jugar en la NBA tendré que usar una cinta", le comentó después a uno de sus amigos, entre risas, el mejor jugador de la historia del básquet argentino.
La boda fue bendecida por el padre Horacio Fuhr y apadrinada por Jorge Ginóbili, Raquel Maccari, Luis y Analía Oroño.
El casamiento movilizó a periodistas y fotógrafos de diversas revistas de Buenos Aires. Entre los más de 150 invitados estuvieron Fabricio Oberto, Gabriel Fernández, "Pepe" Sánchez y Alejandro Montecchia, todos componentes del equipo nacional.
Fue el momento de mayor alegría de la fiesta. Los Auténticos Decadentes salieron a escena, y tanto Emanuel como Marianela se desataron. Primero, repartieron todo el cotillón para el carnaval carioca, después, se subieron al escenario para cantar con la banda. Y al final, Manu se tiró arriba de los invitados, como si de un recital de rock se tratara.